Café de pasión y resiliencia: historia de Azucena Ortiz
En la sierra mazateca una historia de resiliencia florece en los cafetales. María Azucena Ortiz, con un grano de proceso enmielado, 108 horas de fermentación y 86.6 puntos en catación, llevó el café de su natal Huautla de Jiménez a nuevas alturas.
El café de especialidad de la productora oaxaqueña ganó el segundo lugar en la subasta de su región, un logro respaldado por una historia de perseverancia y amor por el campo que su padre, Félix, plantó en su corazón.
Azucena, abogada y hablante de la lengua mazateca, no siempre estuvo al frente del Rancho Don Félix. Antes se dedicaba al litigio y a proyectos para mujeres indígenas. Sin embargo, la pérdida de su padre por Covid-19 en 2021 la llevó a retomar la labor en el cafetal.
«A pesar de que mi padre se preocupaba por los bajos precios del café, siempre mostró una inmensa pasión por su trabajo en el campo. Eso fue lo que me inspiró a retomar la tradición cafetalera», relata.
Disciplina y trabajo
Sostener este proyecto le ha costado arduo trabajo, disciplina y constante capacitación, apoyada por las Escuelas de Campo, Acompañamiento Técnico y Capacitación de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.
“Mi papá en 1958 empezó a producir variedad Típica con 2 hectáreas de café; su parcela producía 1 tonelada y media. En 2023, en café de especialidad, produjimos 124 kilos”, comenta orgullosa.
“Desde 2022 renovamos parcelas con la esperanza de tener mayor producción de café de especialidad en 2024”, adelanta la productora mazateca, quien ha posicionado al café de Huautla de Jiménez entre los mejores de Oaxaca.
“Requiere tiempo y dedicación. Desde la selección de los granos hasta el secado controlado en secadores solares, todo es manual”, afirma Azucena, quien califica este proceso de “muy pesado”, pero lo hace con gusto al honrar el legado de su padre.
“Ahora, lo que más necesitamos es el apoyo de las barras y los consumidores, que no nos dejen solos. A pesar de todo nuestro esfuerzo y el valor añadido a nuestro café, si nadie lo compra nos desanimamos. Sería en balde todo”.
El legado de Don Félix
El Rancho Don Félix es un proyecto familiar, donde María Azucena y su madre trabajan incansablemente. Incluso el hijo de Azucena, de 9 años, ayuda con tareas sencillas. Cuenta con 4 hectáreas divididas en 3 parcelas, en las que cultivan Típica, Colombia, Marsellesa, Pacamara y Geisha.
Lo que comenzó como un sueño, “cuando de niña cortaba granos picados por los pájaros y bajaba el café lavado de la azotea”, se ha transformado en un esfuerzo conjunto que abarca a toda la familia.
“Gracias a la escuela de campo ya pude participar en dos subastas, la regional de Huautla y la estatal. Ahora puedo decir que ya sé de café de especialidad, de café lavado, de honey”, asegura.
y Capacitación
Azucena Ortiz, comprometida con el relevo generacional
A través de la escuela de campo, Azucena se ha convertido en una inspiración para los jóvenes de la región. Su compromiso con el relevo generacional es fundamental para preservar la riqueza de la tierra y la cultura cafetalera en Huautla de Jiménez.
«En mi escuela de campo impulso a jóvenes a nivel regional. Casi cerramos la escuela en la colonia Plan de Basura por falta de apoyo y ausencia de padres. Invitamos a los hijos y nietos, logrando un vivero grupal de Pacamara con 12 personas. El próximo año es la siembra».
La historia de María Azucena Ortiz es un canto a la pasión, a la resiliencia y al poder de los sueños. Su dedicación y su amor por la tierra y su familia son el verdadero sabor que se encuentra en cada taza de café que produce.
